Claves para cuidar mejor (y cuidarnos) en situaciones difíciles
La tarea de cuidar a una persona que padece la enfermedad de Alzheimer es un acto de amor en la mayoría de los casos. Asumir este papel está lleno de buenos momentos pero también malos. Se puede decir que es una noria emocional que acompaña al cuidador en todo el proceso de la enfermedad. Y la mayoría de las veces, estas emociones generadas serán nuestro peor enemigo. Luchar contra nuestros sentimientos (culpabilidad, tristeza, ira, etc.) no nos ayudará a llevar a cabo nuestra labor de la mejor manera.
Enfadarse y después sentirse culpable sólo nos ayudará a sentirnos peor y entrar en un bucle difícil de salir. Todo el mundo tiene derecho a enfadarse. Y ésta es la primera norma. Reconocer nuestros sentimientos es clave. Tener sentimientos negativos no es malo, sólo es un proceso que debe aprovecharse y aprender de nuestros errores. Muchas veces habrá situaciones complicadas, y nos golpearon contra la pared, la clave es pensar: ¿sirve para algo? La mayoría de los casos la respuesta es no. Sólo desperdiciar la poca energía que tenemos y no conseguir nada.
No existe una solución única para un problema, normalmente hay más de una opción. Es necesario parar y pensar otra forma de solucionarlo. Es un buen recurso alejarse un poco de la situación y empezar a mirar con una perspectiva más amplia. A veces, el hecho de compartir con algún observador ajeno nuestras preocupaciones y problemas puede ayudarnos a mirar las cosas con mayor objetividad.
Los cuidadores es importante que mantengan su flexibilidad e imaginación para resolver las distintas situaciones. Recuerda: no existe una única manera de hacer las cosas, cada persona es diferente y durante la enfermedad, habrá cosas que funcionarán y otras no. Hay que tener paciencia e ir probando distintas opciones sin miedo.
La actitud que mantenemos durante estas situaciones difíciles también es importante. Si de buena entrada ya pensamos que no vamos a conseguir nada, sólo nos llevará a no conseguir nada. Hay que pensar en positivo: «¡Lo conseguiré!» , de una forma u otra, con imaginación, paciencia, amor, flexibilidad y tiempo.
Durante todo el proceso como cuidadores necesitaremos ayuda. Aprender a delegar tareas nos ayudará a descargar y sentirse algo menos abrumados, con la consecuencia de sentirnos mejor. Pedir ayuda es muy importante, ser conscientes de que no pueden llevar a cabo todo, que es una misión imposible y nada sana por nosotros. Así que aprender a delegar será también un punto clave para nuestro bienestar tanto emocional como físico.
Y por último, pero no menos importante, sería tener empatía. Intentar ponerse en la piel de la persona que cuidamos será importante para entender un poco sus sentimientos y situaciones que sufre en su día a día. Y así poder actuar de forma más correcta y personalizada.
Isabel López